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La verdadera relación entre Covid-19 y Cambio Climatico

  • Foto del escritor: Annalisa Pellegrino
    Annalisa Pellegrino
  • 20 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 27 abr 2020

Después de décadas de un sustancial crecimiento, la huella del hombre en la tierra ha disminuido repentinamente en lo que llevamos de año.

En China, el mayor productor de carbono del mundo, las emisiones disminuyeron alrededor de un 18% entre principios de febrero y mediados de marzo. Se espera que Europa reduzca sus emisiones en alrededor de 390 millones de toneladas y también se estiman caídas significativas en Estados Unidos, donde el tráfico de vehículos de pasajeros, su principal fuente de emisiones de CO2, ha disminuido en casi un 40%. Internacionalmente se está presenciando una disminución significativa en el dióxido de carbono y el dióxido de nitrógeno de hasta el 40%, con mejoras efectivas en la calidad del aire y una disminución como consecuencia directa de las enfermedades respiratorias y pulmonares.

La aparición de esta pandemia nos ha permitido ver qué tan rápido los estados, ya sean grandes o pequeños, pueden cambiar el desarrollo diario de las actividades económicas y activar medidas que ayuden tanto a productores como a consumidores. Pueden, por lo tanto, emitir directrices y decretos que en menos de 48 horas cambien por completo el status quo de nuestra rutina social y económica, para despertarnos en una realidad totalmente diferente.

Esto contrasta con las décadas de inactividad total y global hacia el cuidado del medio ambiente y de nuestro planeta. El medio ambiente se convierte en una cuestión de importancia internacional en 1992, cuando se llevó a cabo la conferencia conocida como Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Jainero, donde se aprobó el Programa 21, un plan de acción global para promover el desarrollo sostenible y el fomento de la creación de instrumentos con fuerza legal vinculante mediante los cuales se pudiera alcanzar acuerdos globales sobre el cambio climático y la diversidad biológica de manera rápida y eficiente. En cambio, el Acuerdo de París celebrado en 2016 tardó un año y medio en entrar en vigor. Su objetivo era el de prevenir la reducción de emisiones por parte de todos los países participantes, pero cuatro años después continúa en proceso de implantación pues los países están luchando por adoptar las políticas nacionales de reducción de emisiones. A fecha de hoy Estados Unidos y Brasil siguen sin reconocer el cambio climático. La COP (Conferencia de las Partes) se reúne todos los años con el objetivo de revisar el desarrollo de los compromisos asumidos y negociar nuevos, pero desde que expiró en 2012 el protocolo Kioto, aún no ha sido posible acordar su renovación y su compromiso con la lucha por el medio ambiente y la calidad del aire.

El vínculo entre la economía y el bienestar de la tierra es fuerte. Si no hay un gran interés económico, los estados no están de acuerdo, y por tanto no toman decisiones y los planes no se implementan. Se dice que gracias a la pandemia del Covid-19, la naturaleza está recuperando lentamente aquellos espacios robados por el hombre. Pero se trata solamente de una ilusión. La próxima COP sobre cambio climático se ha pospuesto a 2021 y se teme, una vez que el estado de emergencia haya terminado, caer aún más en la actividad de producción lineal típica de nuestra sociedad capitalista.

Los líderes, científicos y activistas de la ONU están presionando por un debate público urgente para que la recuperación pueda enfocarse en empleos verdes y energía limpia, construir eficiencia, infraestructura natural y fortalecer los bienes comunes globales. Hemos visto cómo es posible tomar decisiones en poco tiempo y ponerlas en práctica, y necesitamos un cambio sistemático en todo lo relacionado con nuestra infraestructura energética. El virus nos está dando una visión general de qué tan rápido podríamos limpiar nuestro aire. En 100 días hemos cambiado nuestra forma de pensar, trabajar, vivir y si esta pandemia será buena o mala para el medio ambiente y para el ser humano no depende del virus, sino de nosotros.




 
 
 

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